Independientemente
de nuestra definición de cultura, los estudios en antropología convienen en que
la identidad lingüística es uno de los
más sólidos pilares, sobre los que se construye la identidad simbólica de las
distintas comunidades. No obstante, en la tradición sigue vivo el estereotipo
del folklor; esto es, buscamos para hablar de una ‘cultura distinta’; territorio,
vestimenta, ritual y artesanía.
La comunidad de sordos de México es una cultura que ha sido poco estudiada desde el punto de vista antropológico, el estigma de la discapacidad no nos ha permitido reconocer la importancia de un hecho fundamental; tienen una lengua propia. También disiente del estereotipo el hecho de que comparten la urbanidad del resto de los mexicanos, y parecieran así estar integrados a la misma realidad simbólica.
La comunidad de sordos de México es una cultura que ha sido poco estudiada desde el punto de vista antropológico, el estigma de la discapacidad no nos ha permitido reconocer la importancia de un hecho fundamental; tienen una lengua propia. También disiente del estereotipo el hecho de que comparten la urbanidad del resto de los mexicanos, y parecieran así estar integrados a la misma realidad simbólica.

La comunidad de sordos de Sinaloa se inserta en la gran comunidad de sordos de México. Estimo que en México (me baso en Smith-Stark, 1986) el número de integrantes activos asciende a los 120,000. Aunque sigue siendo una de las mayores faltas conocer el número exacto de señantes sordos y señantes en general.
La comunidad de sordos de México se une a otros grupos de sordos a nivel mundial, que se distinguen por elementos culturales específicos; rituales sociales, determinados espacios de convivencia y la construcción de una identidad sorda donde la discapacidad es circunstancial. Es la complicada relación con los hablantes de lengua oral, con los que comparten territorio, la que construye a la discapacidad como identidad.
La Federación Mundial de Sordos estima que existen alrededor de 70 millones de sordos en el mundo que utilizan una lengua de señas. Al igual que las federaciones nacionales y las distintas organizaciones de sordos en cada país; sus esfuerzos están dirigidos a apoyar a aquellos sordos integrados en la cultura.
Es evidente que de entre todos los elementos culturales, la lengua ocupa un lugar privilegiado, podríamos decir que se trata de un elemento determinante en la conformación de un grupo cultural. En el mundo existen alrededor de 200 lenguas de señas, cada país puede tener de una a tres lenguas de señas; la lengua oficial de la comunidad de sordos más distintas lenguas de señas que se forman en poblados relativamente aislados, conocidas como lenguas de señas pueblerinas (eng. Village sign languages) (Zeshan & De Vos, 2012) y frecuentemente asociadas a comunidades culturales minoritarias, como las indígenas.
La lengua de la comunidad de sordos de México es reconocida oficialmente desde 2011, como Lengua de Señas Mexicana, en adelante LSM. En el Diario Oficial de la Federación apareció como “La lengua de una comunidad de sordos, que consiste en una serie de signos gestuales articulados con las manos y acompañados de expresiones faciales, mirada intencional y movimiento corporal, dotados de función lingüística, forma parte del patrimonio lingüístico de dicha comunidad y es tan rica y compleja en gramática y vocabulario como cualquier lengua oral.”
No obstante, en México, al igual que ha pasado en distintos grados en todo el mundo, ha sido difícil identificar a la comunidad señante de sordos como un grupo cultural. Pues no es una comunidad con un territorio propio y carga el estigma de la discapacidad. Por esto la Iniciativa de Ley Federal de la Cultura del Sordo no ha alcanzado su meta (Fridman, 2009).
Existe en nuestro país una grave falta de información sobre la Cultura Sorda y la Lengua de Señas Mexicana, al punto que seguimos atestiguando numerosos actos de discriminación social. En Estados Unidos, como menciona Padden (2006), la lucha por la educación de los sordos en su propia lengua ha rendido frutos. La revolución cultural que inició con la fundación de las escuelas para sordos desde finales del siglo XIX, permitió que oficialmente distinguieran entre 'sordo' y 'Sordo' (con mayúscula). El último un señante de lengua de señas americana (ASL, sus siglas en inglés) que está integrado en la cultura sorda.
Aunque no puedo informar aquí sobre todo lo que se ignora, entorno a la existencia de una Cultura Sorda. Dejo la referencia a trabajos como Lane et al (2011), De la Paz y Salamanca Salucci (2009) y Padden y Humphfries (2006). Los autores ahondan con suficiente detalle en la argumentación sobre su reconocimiento y estudio. Presentan un panorama amplísimo de trabajo sociológico, antropológico y lingüístico que queda por hacer.
REFERENCIAS
De la Paz, M. V., & Salamanca Salucci, M. (2009). Elementos de la Cultura Sorda: una base para el currículum intercultural.
Fridman, B. (2009). De sordos hablantes, semilingües y señantes. http://www.cultura-sorda.eu/resources/Fridman_Boris_Sordos_hablantes_semilingues_senantes_2009.pdf.
Lane, Harlan, Pillard, C. R., & Hedberg, U. (2011). The People of the Eye: Deaf Ethnicity and Ancestry (p. 296). Oxford: Oxford University Press.
Padden, C. y Humphfries, Th. (2006). Inside Deaf Culture. EEUU: Harvard University Press.
Zeshan, U., & De Vos, C. (Eds.). (2012). Sign Languages in Village Communities: Anthropological and Linguistic Insights (p. 413). Walter de Gruyter. HBSL.
La comunidad de sordos de México se une a otros grupos de sordos a nivel mundial, que se distinguen por elementos culturales específicos; rituales sociales, determinados espacios de convivencia y la construcción de una identidad sorda donde la discapacidad es circunstancial. Es la complicada relación con los hablantes de lengua oral, con los que comparten territorio, la que construye a la discapacidad como identidad.
La Federación Mundial de Sordos estima que existen alrededor de 70 millones de sordos en el mundo que utilizan una lengua de señas. Al igual que las federaciones nacionales y las distintas organizaciones de sordos en cada país; sus esfuerzos están dirigidos a apoyar a aquellos sordos integrados en la cultura.
Es evidente que de entre todos los elementos culturales, la lengua ocupa un lugar privilegiado, podríamos decir que se trata de un elemento determinante en la conformación de un grupo cultural. En el mundo existen alrededor de 200 lenguas de señas, cada país puede tener de una a tres lenguas de señas; la lengua oficial de la comunidad de sordos más distintas lenguas de señas que se forman en poblados relativamente aislados, conocidas como lenguas de señas pueblerinas (eng. Village sign languages) (Zeshan & De Vos, 2012) y frecuentemente asociadas a comunidades culturales minoritarias, como las indígenas.
La lengua de la comunidad de sordos de México es reconocida oficialmente desde 2011, como Lengua de Señas Mexicana, en adelante LSM. En el Diario Oficial de la Federación apareció como “La lengua de una comunidad de sordos, que consiste en una serie de signos gestuales articulados con las manos y acompañados de expresiones faciales, mirada intencional y movimiento corporal, dotados de función lingüística, forma parte del patrimonio lingüístico de dicha comunidad y es tan rica y compleja en gramática y vocabulario como cualquier lengua oral.”
No obstante, en México, al igual que ha pasado en distintos grados en todo el mundo, ha sido difícil identificar a la comunidad señante de sordos como un grupo cultural. Pues no es una comunidad con un territorio propio y carga el estigma de la discapacidad. Por esto la Iniciativa de Ley Federal de la Cultura del Sordo no ha alcanzado su meta (Fridman, 2009).
Existe en nuestro país una grave falta de información sobre la Cultura Sorda y la Lengua de Señas Mexicana, al punto que seguimos atestiguando numerosos actos de discriminación social. En Estados Unidos, como menciona Padden (2006), la lucha por la educación de los sordos en su propia lengua ha rendido frutos. La revolución cultural que inició con la fundación de las escuelas para sordos desde finales del siglo XIX, permitió que oficialmente distinguieran entre 'sordo' y 'Sordo' (con mayúscula). El último un señante de lengua de señas americana (ASL, sus siglas en inglés) que está integrado en la cultura sorda.
Aunque no puedo informar aquí sobre todo lo que se ignora, entorno a la existencia de una Cultura Sorda. Dejo la referencia a trabajos como Lane et al (2011), De la Paz y Salamanca Salucci (2009) y Padden y Humphfries (2006). Los autores ahondan con suficiente detalle en la argumentación sobre su reconocimiento y estudio. Presentan un panorama amplísimo de trabajo sociológico, antropológico y lingüístico que queda por hacer.
REFERENCIAS
De la Paz, M. V., & Salamanca Salucci, M. (2009). Elementos de la Cultura Sorda: una base para el currículum intercultural.
Fridman, B. (2009). De sordos hablantes, semilingües y señantes. http://www.cultura-sorda.eu/resources/Fridman_Boris_Sordos_hablantes_semilingues_senantes_2009.pdf.
Lane, Harlan, Pillard, C. R., & Hedberg, U. (2011). The People of the Eye: Deaf Ethnicity and Ancestry (p. 296). Oxford: Oxford University Press.
Padden, C. y Humphfries, Th. (2006). Inside Deaf Culture. EEUU: Harvard University Press.
Zeshan, U., & De Vos, C. (Eds.). (2012). Sign Languages in Village Communities: Anthropological and Linguistic Insights (p. 413). Walter de Gruyter. HBSL.